Lilly, una tortuga muy cansada, y Lena, una liebre muy espabilada, se presentaban por primera vez a la carrera de 100 metros de las Olimpiadas de Londres.
Cuando se pusieron en la salida con los demás participantes, Lilly, salió despacio y Lena empezó a correr como una descosida. Transcurrieron unos metros y Lena vio a lo lejos el Big Ben y se quedó embobada contemplándolo. Como sabía que era más rápida y que iba a ganar, no tuvo prisa y se quedó traspuesta.
Mientras tanto, Lilly que iba despacito, pero no paraba, se acercó cada vez más a la meta y cuando quiso reaccionar, Lilly había llegado y ganó la carrera.
"¡Asombroso!" gritaba el público. ¿Cómo podía ganar una tortuga a una liebre? Pues así fue y Lilly ganó una medalla de oro y Lena fue descalificada por confiada y prepotente.
¡No hay que creerse más que nadie! Cada uno hace lo que puede.
Colorín colorado, la tortuga ha ganado.
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